Friday, June 21, 2019

Poemario


  Canción de sombra

César Olivares Acate

  
 El guitarrista - Oswaldo Guayasamin


Trujillo, junio de 2001


Te ofrezco la amargura de un hombre
que ha observado largamente la luna solitaria.

Jorge Luis Borges

Sé que hay una persona
que me busca en su mano, día y noche,
encontrándome, a cada minuto, en su calzado.

César Vallejo


1

Cansado de Ser silencio
y de ver caer el tiempo con su esqueleto de hojas
envejecidas
el abuelo ha llegado lento como un reloj
y ha estropeado las horas incólumes del otoño
espantando pájaros y ladridos
piedras niños tempestades
en una ciudad tan lluvia y sin memoria
Y es aquí cuando parece decirme
(con su voz de vino y de pasado)
que está demás despellejar el tiempo
con sus tardes
que nadie puede vivir lamiendo los recuerdos
sin ponerle una pizca de mentira a las edades
Tan cierto y tan real como una historia salida
de su boca
el abuelo ha escapado de los inviernos
(en silencio)
y ha regresado a casa
con el cielo derribado a sus espaldas




2

Pero recordar al abuelo no es recordar
sus calcetines rotos secándose en la tarde
                  (solamente)

Recordar al abuelo es contemplar las calles
con sus bares y mendigos
                    (el murmullo de sus pasos
               ha roto los vidrios de la noche)

Es adoptar una posición definitiva frente
al paso de las aves
    (es el abuelo que ha venido de muy lejos
                 trayendo en sus zapatos
                la muerte de los caminos)

Es en fin mirar el reloj y entender con tristeza
que todo tiempo es corto para envejecer tranquilo
                        (y es su decisión
         permanecer en la memoria de la abuela
                 como un árbol envejecido).



3

ABUELO:

Te quedaba quizá el recuerdo de los campos
incrustado en las paredes
La voz vacía de un hombre asomado a la ventana
Te quedaba quizá la ilusión de sembrar
una flor sobre el asfalto
y la esperanza vana de hablar con el invierno
Pero fueron tus ojos los que anochecieron
y la abuela fue una estrella
y mamá también fue una estrella
y todas las cosas fueron estrellas

(Las mismas estrellas que en noches póstumas
la abuela barrió
tratando de dejar un cielo limpio a tu recuerdo).




4

Ahora entiendo las lámparas encendidas como
hogueras domésticas (en la noche)
la tarde reposando como un animal por extinguirse
Ahora entiendo la fatiga de los relojes
y la luz dormida como agua sobre tus ojos
Si cuando reías lunas quebradas salían de tu boca
si cuando me hablabas mamá decía
que tu voz nunca había poblado las ventanas
porque tú te habías ido con el invierno
porque un retrato jamás habla a un hombre.




5

A veces subo hasta su rostro para respirar el cielo
el cielo es un gran pez alejado de la ciudad dormida
pues dormida estaba su memoria cuando cayó la noche
noche lenta que se enredó en el aire
para formar una palabra oscura y en silencio.




6


Solía decirme:
“No dejes las palabras regadas por el suelo
alguien podría resultar herido”

Entonces yo solía mirarlo
como se mira un árbol en invierno
y su voz era un geranio volando
un pez volando una gaviota volando

un rostro vuelto hacia la sombra dormida
                                           y volando     
                                           (también)
                                                   .


  
7

Ah   mi abuelo / si entendieras que la vida
es más que encender un cigarrillo
y contar historias al pie de la ventana
hoy no estarías hiriendo la tarde en tu retrato
y tu voz seguiría golpeando las paredes de la casa
quizá la guitarra colgada en el zaguán
o la paloma sin alas que da brincos sobre el día
traten de informar tu naufragio en un redoble
silenciado                                                  
Tal vez la noche o un trapo de sombra sucia
que limpia tu nombre en la ventana
sea el indicio definitivo para morirte lentamente
pero tus pies descalzos siguieron el camino

Y tu sombra fue un poncho de palabras claras
en espera de la lluvia.




8

Aparte de estos días otros fueron los inviernos
que fulminaron los caminos
hubo antorchas encendidas detrás de cada hoguera
y hubo cenizas inventadas al final de los abismos                         
Pero la noche hacía su aparición inevitable entre las patas
de una mesa
y fue el abuelo expandiendo su voz de grito en grito
cuando después de hablar con los árboles
el silencio encontraba su boca cerrada para siempre
No hay manzanas ni sombras amarradas a su cuerpo
solo restos de muerte cayendo de los árboles
solo muerte y más muerte
preñando para siempre el sueño de las piedras
porque después de todo el abuelo ha preferido estarse
en casa
y de su ausencia no ha quedado más
que una canción oscura
y el apuro de las flores por escapar de su recuerdo.